DOS FRASES DE
ERNESTO SÁBATO SOBRE LA CIENCIA
El lado positivo
“En la ciencia estricta, el yo debe ser sacrificado a la objetividad; el hombre
que investiga la naturaleza lo hace con los deseos, prejuicios y vanidades que
son inseparables de la pobre condición humana; pero, frente a los insobornables
hechos, hay un instante en que el investigador debe abandonar sus deseos, sus
prejuicios y sus vanidades; este es el duro momento en que un verdadero
científico se manifiesta superior al resto de los mortales; si Aristóteles
hubiera sobrevivido hasta el Renacimiento y hubiera aceptado la refutación de
su teoría ante la experiencia de la Torre de Pisa, entonces habría pasado a la
historia como un verdadero hombre de ciencia. Estas rectificaciones no son
fáciles; la historia de la ciencia está llena de hombres que se aferraron a
teoría falsas mucho después que los hechos las hubieran destrozado. Los
peripatéticos contemporáneos de Galileo se negaron a aceptar la existencia de
los satélites de Júpiter; Poggendorff pasó a la historia por haber encajonado
la memoria de Mayer, descubridor del principio de la energía; Painlevé se
negaba a aceptar la teoría de Einstein; Le Chatelier comentaba con sorna que
«algunos ilusos dicen haber comprobado la producción de gas helio por el
uranio», varios años después que centenares de físicos trabajaban en la
radiactividad. La ciencia es una escuela de modestia, de valor intelectual y de
tolerancia: muestra que el pensamiento es un proceso, que no hay gran hombre
que no se haya equivocado, que no hay dogma que no se haya desmoronado ante el
embate de los nuevos hechos”.
El lado negativo
“El mundo de los árboles, de las bestias y las flores, de los hombres y sus
pasiones, se fue convirtiendo en un helado conjunto de sinusoides, logaritmos,
letras griegas, triángulos y ondas de probabilidad. Y lo que es peor: nada más
que en eso. Cualquier cientista consecuente se negará a hacer consideraciones
sobre lo que podría haber más allá de la estructura matemática: si lo hace,
deja de ser hombre de ciencia en ese mismo instante, para convertirse en religioso,
metafísico o poeta. La ciencia estricta —la ciencia matematizable— es ajena a
todo lo que es más valioso para el ser humano: sus emociones, sus sentimientos,
sus vivencias de arte o de justicia, sus angustias metafísicas. Si el mundo
matematizable fuera el único verdadero, no sólo sería ilusorio un castillo
soñado, con sus damas y juglares: también lo serían los paisajes de la vigilia,
la belleza de un lied de Schubert, el amor. O por lo menos sería ilusorio lo
que en ellos nos emociona.”
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jueves, 10 de septiembre de 2020
POSTEO 72: Dos frases de Ernesto Sábato sobre la ciencia
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