Límites Humanos
(Nota previa: Este es un fragmento del texto “Valores
transhumanistas” de Nick Bostrom)
El conjunto de pensamientos, sentimientos, experiencias y
actividades accesibles a los organismos humanos constituyen, presumiblemente,
solo una pequeña parte de lo que es posible. No hay razón para pensar que los
seres humanos posean menos límites impuestos por su biología que otros
animales. De la misma manera en que los chimpancés carecen de los medios
cognitivos para comprender qué significa ser humano y lo que ello acarrea,
nuestras ambiciones, nuestras filosofías, la complejidad de la sociedad humana
o las sutilezas de nuestras interrelaciones, nosotros los humanos podríamos
carecer también de la capacidad de formar una comprensión intuitiva y realista
de lo que sería ser un ser humano mejorado (un "posthumano") y de los
pensamientos, preocupaciones, aspiraciones y relaciones sociales que tales
entidades puedan tener.
Nuestro propio modo actual de ser, por lo tanto, abarca solo
un subconjunto diminuto de lo que es posible o permitido por las restricciones
físicas del universo. No es exagerado suponer que hay partes de este espacio
más grande que representan formas extremadamente valiosas de vivir,
relacionarse, sentir y pensar.
Las limitaciones del ser humano nos son tan familiares que a
menudo no las notamos, y cuestionarlas requiere manifestar una ingenuidad casi
infantil. Consideremos algunas de las más básicas.
Esperanza de vida.
La esperanza de vida humana ha evolucionado hasta
convertirse en una pequeñez de siete u ocho décadas. Esto es, desde muchas
perspectivas, un período de tiempo bastante efímero. Incluso las tortugas han
superado ese margen ampliamente.
Para tener la sensación de que podemos estar perdiendo algo
importante por nuestra tendencia a vivir tan poco, solo tenemos que recordar
algunas de las cosas valiosas que podríamos haber hecho o intentado hacer si
hubiéramos tenido más tiempo. Para los jardineros, educadores, académicos,
artistas, urbanistas y aquellos que simplemente disfrutan observando y
participando en los espectáculos culturales o políticos de la vida, una vida es
a menudo insuficiente para completar tan solo un proyecto importante, por no
hablar de proyectos.
El desarrollo del carácter humano también se ve interrumpido
por el envejecimiento y la muerte. Imagina lo que podría haber sido de un
Beethoven o un Goethe si todavía hubieran estado con nosotros hoy en día. Tal
vez se habrían convertido en viejos gruñones interesados exclusivamente en
conversar sobre los logros de su juventud. Pero tal vez, si hubieran seguido
gozando de salud y vitalidad juvenil, habrían seguido creciendo como personas y
artistas, hasta alcanzar niveles de madurez que apenas podemos imaginar.
Capacidad
intelectual.
Todos hemos tenido momentos en los que deseábamos ser un
poco más inteligentes. La máquina de pensar de tres libras, parecida a un
queso, que tenemos en nuestros cráneos puede hacer algunos trucos, pero también
tiene notorias deficiencias. Algunas de estas, como olvidar comprar leche o no
alcanzar la fluidez nativa en los idiomas que aprendes de adulto, son obvias y
no requieren mayor detalle. Estas deficiencias son inconvenientes, pero
difícilmente barreras fundamentales para el desarrollo humano.
Sin embargo, hay un sentido más profundo en las limitaciones
de nuestro aparato intelectual y por ende en nuestra actividad mental. Mencioné
la analogía del chimpancé anteriormente: tal como es el caso de los grandes
simios, nuestra propia composición cognitiva podría excluir todo los niveles de
comprensión y actividad mental que existen o pueden existir. El punto aquí no
tiene que ver con ninguna imposibilidad lógica o metafísica: no debemos suponer
que los posthumanos no aprobarían el test de Turing o que tendrían conceptos
que no podrían expresarse con oraciones finitas en nuestro idioma, ni nada por
el estilo. La imposibilidad a la que me refiero es más como la imposibilidad
para los humanos actuales de visualizar una hiperesfera de 200 dimensiones o de
leer, con un recuerdo y comprensión perfectos, todos los libros de la
Biblioteca del Congreso. Estas cosas son imposibles para nosotros porque
simplemente carecemos de la capacidad intelectual. De misma forma, puede que no
posea la capacidad de comprender intuitivamente cómo sería ser un posthumano o
de asimilar el amplio campo de asuntos de interés posthumanos.
Además, nuestros cerebros humanos pueden limitar nuestra
capacidad para descubrir verdades filosóficas y científicas. Es posible que la
incapacidad de la investigación filosófica por llegar a respuestas sólidas, y
de aceptación general, para muchas de las grandes preguntas filosóficas
tradicionales se deba al hecho de que no somos lo suficientemente inteligentes
como para tener éxito en este tipo de investigación. Nuestras limitaciones
cognitivas pueden estar condenándonos a yacer dentro de una cueva platónica,
donde lo mejor que podemos hacer es teorizar sobre las "sombras", es
decir, sobre representaciones que están lo suficientemente simplificadas y
reducidas para que quepan dentro de un cerebro humano.
Funcionalidad
corporal.
Nosotros mejoramos nuestro sistema inmunológico mediantes
vacunas, y podemos imaginar mejoras adicionales en nuestros cuerpos que nos
podrían proteger de enfermedades o nos ayudarían a moldear nuestros cuerpos
según nuestros deseos (por ejemplo, al permitirnos controlar la tasa metabólica
de nuestros cuerpos). Tales mejoras podrían incrementar la calidad de nuestras
vidas.
Una suposición más radical podría ser posible si suponemos
una visión computacional de la mente. De ser así, sería posible cargar (upload)
una mente humana a una computadora, replicando detalladamente en circuitos (en
silicio) los procesos computacionales que normalmente se ejecutan en un cerebro
humano. Cargar la mente o convertirse en un upload poseería muchas ventajas
potenciales, como la capacidad de hacer copias de seguridad de uno mismo (con
un impacto favorable en la esperanza de vida) y la capacidad de transmitirse
como información a la velocidad de la luz. Las mentes cargadas o uploads pueden
vivir en la realidad virtual o también directamente en la realidad física
mediante el control de un robot o avatar.
Mecanismos
sensoriales, facultades especiales y sensibilidades.
Los mecanismos sensoriales que posee el ser humano no son ni
los únicos existentes ni se hallan desarrollados plenamente. Algunos animales
tienen orientación sonar, orientación magnética, sensores eléctricos y de
vibración; muchos tienen un sentido del olfato mucho más agudo, una visión más
aguda, etc. El rango de posibles mecanismos sensoriales no se limita a las que
encontramos en el reino animal. No hay una razón por la cual no contemplar, por
ejemplo, una capacidad para ver la radiación infrarroja o para percibir señales
de radio, incluso agregar algo similar a la telepatía como consecuencia de la
adición de transmisores de radio con interfaces adecuadas al cerebro.
Estado de ánimo,
energía y autocontrol.
A pesar de nuestros mejores esfuerzos, a menudo no nos
sentimos tan felices como nos gustaría. Nuestros recurrentes niveles de
bienestar subjetivo parecen estar en gran parte determinados genéticamente. Las
vivencias tienen poco impacto a largo plazo; los altos y bajos de la suerte nos
dan momentos de euforia o nos derriban, pero hay ligero efecto a largo plazo en
el bienestar identificado por el individuo. La alegría duradera sigue siendo
difícil de alcanzar, excepto para aquellos que han tenido la suerte de haber
nacido con el temperamento preciso para ello.
Además de que nuestro nivel de bienestar dependa de nuestros
genes, estamos limitados en lo que respecta a la energía, la fuerza de voluntad
y la capacidad de configurar nuestro propio carácter de acuerdo con nuestros
ideales. Incluso los objetivos "simples" como perder peso o dejar de
fumar resultan inalcanzables para muchos.
Nota: ¿El autor sugiere que esto podría ser corregido
mediante fármacos?
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