Pensemos en TRES SITUACIONES HIPOTÉTICAS, todas ellas posibilidades claras que pueden materializarse dentro de un par de generaciones.
La primera tiene que ver con los nuevos fármacos. De resultas de los avances en neurofarmacología, los psicólogos descubrirán que la personalidad humana es mucho más moldeable de lo que se creía. Ya se da el caso de sustancias psicotrópicas, como el Prozac o el Ritalin, que afectan a rasgos como la autoestima o la capacidad de concentración, pero que tienden a producir un sinfín de efectos secundarios no deseados; de ahí que se eviten salvo en casos de una clara necesidad terapéutica. Sin embargo, en el futuro los conocimientos de genómica permitirán a las compañías farmacéuticas diseñar fármacos específicos según el perfil genético de cada paciente y minimizar considerablemente los efectos secundarios no deseados. Las personas serias podrán volverse alegres; las introvertidas, extravertidas; se podrá adoptar una
personalidad el miércoles y otra para el fin de semana. Ya nadie tendrá excusa para sentirse deprimido o desdichado; incluso la gente «normalmente» feliz podrá serlo aún más sin preocuparse por posibles adicciones, resacas o lesiones cerebrales a largo plazo.
En la segunda situación hipotética, los avances en la investigación de las células madre permitirán a los científicos regenerar casi cualquier tejido del organismo, de forma que la esperanza de vida sobrepasará con mucho los cien años. Cuando alguien necesite un corazón o un hígado nuevo, se desarrollará uno en la cavidad torácica de un cerdo o de una vaca. El único problema es que habrá muchos aspectos sutiles, y otros no tan sutiles, que la industria biotecnológica aún no habrá sabido cómo solventar: la gente se volverá mentalmente inflexible y cada vez más obcecada en su visión de las cosas conforme envejece. Aunque lo pretendan, no conseguirán resultar sexualmente atractivos para los demás y seguirán anhelando tener parejas en edad fértil. Y peor aún, se negarán a dejar el camino libre no sólo a sus hijos, sino también a sus nietos y bisnietos. Por otra parte, serán tan pocos los que tendrán hijos o relación con el sistema de reproducción tradicional que éste apenas parecerá revestir ya importancia alguna.
En la tercera situación, los ricos seleccionarán los embriones antes de su implantación para optimizar la naturaleza de los hijos que van a tener. Podrá saberse, cada vez en mayor grado, la extracción social de un joven por su aspecto y su inteligencia; si alguien no está a la altura de las expectativas sociales, tenderá a achacarlo a la mala selección genética realizada por sus padres, en lugar de culparse a sí mismo. Se habrán
transferido genes humanos a animales, e incluso a plantas, con fines científicos y para producir medicamentos nuevos; y se habrán añadido genes animales a ciertos embriones para incrementar su fortaleza física o su resistencia a las enfermedades. Los científicos todavía no se habrán atrevido a crear una quimera real —una criatura mitad humano, mitad simio—, aunque podrían hacerlo; pero los jóvenes comenzarán a sospechar que los compañeros de clase que no rinden tanto como ellos no son del todo humanos genéticamente. Porque, de hecho, no lo serán.
Lo siento, pero vuestra alma acaba de morir…
Hacia el final de su vida Thomas Jefferson escribió: «La propagación generalizada de la luz de la ciencia ya ha revelado ante los ojos de todos una verdad palpable: que el grueso de la humanidad no ha nacido con sillas de montar en las espaldas, y tampoco han nacido unos pocos privilegiados con botas y espuelas, preparados para cabalgar sobre los demás legítimamente, por la gracia de Dios». La igualdad política que consagra la Declaración de Independencia se asienta en el hecho empírico de la igualdad humana natural. Variamos de manera considerable como individuos y según las culturas, pero compartimos una humanidad común que potencialmente permite a todo ser humano comunicarse y establecer una relación moral con los demás seres humanos del planeta. EL INTERROGANTE DEFINITIVO SUSCITADO POR LA BIOTECNOLOGÍA es: ¿qué será de los derechos políticos cuando de verdad seamos capaces de producir unos individuos con sillas de montar en las espaldas y otros con botas y espuelas?
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