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martes, 22 de septiembre de 2020
POSTEO 74: Racismo científico y zoológicos humanos
POSTEO 73: Cuatro retos para hacer jugar a la Ciencia
CUATRO RETOS PARA HACER JUGAR A LA CIENCIA
1) En "El Túnel", obra de Ernesto Sábato, el personaje Juan Pablo Castel dice: "A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a comenzar la comedia inútil."
Pregunta: ¿Qué es lo que puede hacer que la vida humana no sea una comedia inútil? ¿La ciencia ofrece alguna respuesta?
2)En su poema "Piedra del Sol" escribió el poeta Octavio Paz:
"Para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros."
Pregunta: ¿Somos realmente un "nosotros"? ¿Hay una sola humanidad y una sola ciencia? Aquí hay que decir que para que la Tierra sea un hogar, "nuestro hogar", la humanidad debería ser una familia.
3) En "Poderío e impotencia de Einstein" escribió Ernesto Sábato: "El hombre no es Razón Pura, sino una oscura, una misteriosa, una atribulada mezcla de razón, de emoción y de voluntad; una dramática pero maravillosa combinación de espíritu y materia, de alma y de cuerpo. La Ciencia pretendió desconocer y subestimar esta condición, que es la condición humana. Por eso tenía que llevar a un inmenso fracaso"
Pregunta: ¿Puede el ser humano desarrollar una ciencia exitosa sin resolver primero el "problema humano"?
4) Un poema de Edgar Allan Poe: A dream within a dream.
Pregunta: ¿Es la existencia algo más que un sueño dentro de un sueño? ¿Qué es "eso" que la Ciencia tiene como objeto de estudio?
jueves, 10 de septiembre de 2020
POSTEO 72: Dos frases de Ernesto Sábato sobre la ciencia
DOS FRASES DE
ERNESTO SÁBATO SOBRE LA CIENCIA
El lado positivo
“En la ciencia estricta, el yo debe ser sacrificado a la objetividad; el hombre
que investiga la naturaleza lo hace con los deseos, prejuicios y vanidades que
son inseparables de la pobre condición humana; pero, frente a los insobornables
hechos, hay un instante en que el investigador debe abandonar sus deseos, sus
prejuicios y sus vanidades; este es el duro momento en que un verdadero
científico se manifiesta superior al resto de los mortales; si Aristóteles
hubiera sobrevivido hasta el Renacimiento y hubiera aceptado la refutación de
su teoría ante la experiencia de la Torre de Pisa, entonces habría pasado a la
historia como un verdadero hombre de ciencia. Estas rectificaciones no son
fáciles; la historia de la ciencia está llena de hombres que se aferraron a
teoría falsas mucho después que los hechos las hubieran destrozado. Los
peripatéticos contemporáneos de Galileo se negaron a aceptar la existencia de
los satélites de Júpiter; Poggendorff pasó a la historia por haber encajonado
la memoria de Mayer, descubridor del principio de la energía; Painlevé se
negaba a aceptar la teoría de Einstein; Le Chatelier comentaba con sorna que
«algunos ilusos dicen haber comprobado la producción de gas helio por el
uranio», varios años después que centenares de físicos trabajaban en la
radiactividad. La ciencia es una escuela de modestia, de valor intelectual y de
tolerancia: muestra que el pensamiento es un proceso, que no hay gran hombre
que no se haya equivocado, que no hay dogma que no se haya desmoronado ante el
embate de los nuevos hechos”.
El lado negativo
“El mundo de los árboles, de las bestias y las flores, de los hombres y sus
pasiones, se fue convirtiendo en un helado conjunto de sinusoides, logaritmos,
letras griegas, triángulos y ondas de probabilidad. Y lo que es peor: nada más
que en eso. Cualquier cientista consecuente se negará a hacer consideraciones
sobre lo que podría haber más allá de la estructura matemática: si lo hace,
deja de ser hombre de ciencia en ese mismo instante, para convertirse en religioso,
metafísico o poeta. La ciencia estricta —la ciencia matematizable— es ajena a
todo lo que es más valioso para el ser humano: sus emociones, sus sentimientos,
sus vivencias de arte o de justicia, sus angustias metafísicas. Si el mundo
matematizable fuera el único verdadero, no sólo sería ilusorio un castillo
soñado, con sus damas y juglares: también lo serían los paisajes de la vigilia,
la belleza de un lied de Schubert, el amor. O por lo menos sería ilusorio lo
que en ellos nos emociona.”
miércoles, 9 de septiembre de 2020
POSTEO 71: Los límites humanos y la esperanza de superarlos
Límites Humanos
(Nota previa: Este es un fragmento del texto “Valores
transhumanistas” de Nick Bostrom)
El conjunto de pensamientos, sentimientos, experiencias y
actividades accesibles a los organismos humanos constituyen, presumiblemente,
solo una pequeña parte de lo que es posible. No hay razón para pensar que los
seres humanos posean menos límites impuestos por su biología que otros
animales. De la misma manera en que los chimpancés carecen de los medios
cognitivos para comprender qué significa ser humano y lo que ello acarrea,
nuestras ambiciones, nuestras filosofías, la complejidad de la sociedad humana
o las sutilezas de nuestras interrelaciones, nosotros los humanos podríamos
carecer también de la capacidad de formar una comprensión intuitiva y realista
de lo que sería ser un ser humano mejorado (un "posthumano") y de los
pensamientos, preocupaciones, aspiraciones y relaciones sociales que tales
entidades puedan tener.
Nuestro propio modo actual de ser, por lo tanto, abarca solo
un subconjunto diminuto de lo que es posible o permitido por las restricciones
físicas del universo. No es exagerado suponer que hay partes de este espacio
más grande que representan formas extremadamente valiosas de vivir,
relacionarse, sentir y pensar.
Las limitaciones del ser humano nos son tan familiares que a
menudo no las notamos, y cuestionarlas requiere manifestar una ingenuidad casi
infantil. Consideremos algunas de las más básicas.
Esperanza de vida.
La esperanza de vida humana ha evolucionado hasta
convertirse en una pequeñez de siete u ocho décadas. Esto es, desde muchas
perspectivas, un período de tiempo bastante efímero. Incluso las tortugas han
superado ese margen ampliamente.
Para tener la sensación de que podemos estar perdiendo algo
importante por nuestra tendencia a vivir tan poco, solo tenemos que recordar
algunas de las cosas valiosas que podríamos haber hecho o intentado hacer si
hubiéramos tenido más tiempo. Para los jardineros, educadores, académicos,
artistas, urbanistas y aquellos que simplemente disfrutan observando y
participando en los espectáculos culturales o políticos de la vida, una vida es
a menudo insuficiente para completar tan solo un proyecto importante, por no
hablar de proyectos.
El desarrollo del carácter humano también se ve interrumpido
por el envejecimiento y la muerte. Imagina lo que podría haber sido de un
Beethoven o un Goethe si todavía hubieran estado con nosotros hoy en día. Tal
vez se habrían convertido en viejos gruñones interesados exclusivamente en
conversar sobre los logros de su juventud. Pero tal vez, si hubieran seguido
gozando de salud y vitalidad juvenil, habrían seguido creciendo como personas y
artistas, hasta alcanzar niveles de madurez que apenas podemos imaginar.
Capacidad
intelectual.
Todos hemos tenido momentos en los que deseábamos ser un
poco más inteligentes. La máquina de pensar de tres libras, parecida a un
queso, que tenemos en nuestros cráneos puede hacer algunos trucos, pero también
tiene notorias deficiencias. Algunas de estas, como olvidar comprar leche o no
alcanzar la fluidez nativa en los idiomas que aprendes de adulto, son obvias y
no requieren mayor detalle. Estas deficiencias son inconvenientes, pero
difícilmente barreras fundamentales para el desarrollo humano.
Sin embargo, hay un sentido más profundo en las limitaciones
de nuestro aparato intelectual y por ende en nuestra actividad mental. Mencioné
la analogía del chimpancé anteriormente: tal como es el caso de los grandes
simios, nuestra propia composición cognitiva podría excluir todo los niveles de
comprensión y actividad mental que existen o pueden existir. El punto aquí no
tiene que ver con ninguna imposibilidad lógica o metafísica: no debemos suponer
que los posthumanos no aprobarían el test de Turing o que tendrían conceptos
que no podrían expresarse con oraciones finitas en nuestro idioma, ni nada por
el estilo. La imposibilidad a la que me refiero es más como la imposibilidad
para los humanos actuales de visualizar una hiperesfera de 200 dimensiones o de
leer, con un recuerdo y comprensión perfectos, todos los libros de la
Biblioteca del Congreso. Estas cosas son imposibles para nosotros porque
simplemente carecemos de la capacidad intelectual. De misma forma, puede que no
posea la capacidad de comprender intuitivamente cómo sería ser un posthumano o
de asimilar el amplio campo de asuntos de interés posthumanos.
Además, nuestros cerebros humanos pueden limitar nuestra
capacidad para descubrir verdades filosóficas y científicas. Es posible que la
incapacidad de la investigación filosófica por llegar a respuestas sólidas, y
de aceptación general, para muchas de las grandes preguntas filosóficas
tradicionales se deba al hecho de que no somos lo suficientemente inteligentes
como para tener éxito en este tipo de investigación. Nuestras limitaciones
cognitivas pueden estar condenándonos a yacer dentro de una cueva platónica,
donde lo mejor que podemos hacer es teorizar sobre las "sombras", es
decir, sobre representaciones que están lo suficientemente simplificadas y
reducidas para que quepan dentro de un cerebro humano.
Funcionalidad
corporal.
Nosotros mejoramos nuestro sistema inmunológico mediantes
vacunas, y podemos imaginar mejoras adicionales en nuestros cuerpos que nos
podrían proteger de enfermedades o nos ayudarían a moldear nuestros cuerpos
según nuestros deseos (por ejemplo, al permitirnos controlar la tasa metabólica
de nuestros cuerpos). Tales mejoras podrían incrementar la calidad de nuestras
vidas.
Una suposición más radical podría ser posible si suponemos
una visión computacional de la mente. De ser así, sería posible cargar (upload)
una mente humana a una computadora, replicando detalladamente en circuitos (en
silicio) los procesos computacionales que normalmente se ejecutan en un cerebro
humano. Cargar la mente o convertirse en un upload poseería muchas ventajas
potenciales, como la capacidad de hacer copias de seguridad de uno mismo (con
un impacto favorable en la esperanza de vida) y la capacidad de transmitirse
como información a la velocidad de la luz. Las mentes cargadas o uploads pueden
vivir en la realidad virtual o también directamente en la realidad física
mediante el control de un robot o avatar.
Mecanismos
sensoriales, facultades especiales y sensibilidades.
Los mecanismos sensoriales que posee el ser humano no son ni
los únicos existentes ni se hallan desarrollados plenamente. Algunos animales
tienen orientación sonar, orientación magnética, sensores eléctricos y de
vibración; muchos tienen un sentido del olfato mucho más agudo, una visión más
aguda, etc. El rango de posibles mecanismos sensoriales no se limita a las que
encontramos en el reino animal. No hay una razón por la cual no contemplar, por
ejemplo, una capacidad para ver la radiación infrarroja o para percibir señales
de radio, incluso agregar algo similar a la telepatía como consecuencia de la
adición de transmisores de radio con interfaces adecuadas al cerebro.
Estado de ánimo,
energía y autocontrol.
A pesar de nuestros mejores esfuerzos, a menudo no nos
sentimos tan felices como nos gustaría. Nuestros recurrentes niveles de
bienestar subjetivo parecen estar en gran parte determinados genéticamente. Las
vivencias tienen poco impacto a largo plazo; los altos y bajos de la suerte nos
dan momentos de euforia o nos derriban, pero hay ligero efecto a largo plazo en
el bienestar identificado por el individuo. La alegría duradera sigue siendo
difícil de alcanzar, excepto para aquellos que han tenido la suerte de haber
nacido con el temperamento preciso para ello.
Además de que nuestro nivel de bienestar dependa de nuestros
genes, estamos limitados en lo que respecta a la energía, la fuerza de voluntad
y la capacidad de configurar nuestro propio carácter de acuerdo con nuestros
ideales. Incluso los objetivos "simples" como perder peso o dejar de
fumar resultan inalcanzables para muchos.
Nota: ¿El autor sugiere que esto podría ser corregido
mediante fármacos?
sábado, 5 de septiembre de 2020
POSTEO 70: Chips electrónicos implantados en seres humanos
Hoy día se pueden implantar y ya se lo hace, microchips en el organismo humano. Los pretextos para hacerlo se basan siempre en aplicaciones útiles a los usuarios o a las empresas que se los implantan a sus empleados solicitando, supuestamente, su libre consentimiento. El asunto es que si esta costumbre se generalizara existiría la tentación de considerar muchas aplicaciones que no sean simplemente abrir rápido la puerta de la oficina. Se podrían colocar en una persona a la que quisiéramos rastrear permanentemente, o una dictadura podría usarlos para mantener bajo la mira los movimientos de toda la población...en todo caso se podría volver una práctica rutinaria en cárceles o en personas en libertad condicional, etc. Se podría controlar también el acceso a zonas restringidas y ni que hablar si se les agrega un sistema de rastreo global combinado con drones, etc. Las posibilidades beneficiosas podrían enlistarse, pero también las posibilidades tenebrosas.
jueves, 3 de septiembre de 2020
POSTEO 69: Transhumanismo, por Julian Huxley
TRANSHUMANISMO – JULIAN HUXLEY (1957)
Como resultado de mil millones de años de evolución, el
universo se está volviendo consciente de sí mismo, capaz de comprender algo de
su historia pasada y su posible futuro. Esta autoconciencia cósmica se está realizando
en un pequeño fragmento del universo, en unos pocos seres humanos. Tal vez se
haya realizado en otro lugar también, a través de la evolución de las criaturas
vivientes conscientes en los planetas de otras estrellas. Pero en este planeta,
nunca ha sucedido antes.
La evolución en este planeta es una historia de la
realización de posibilidades siempre nuevas por la materia de la que la tierra
(y el resto del universo) se convierte en vida; fuerza, velocidad y conciencia;
el vuelo de los pájaros y la política social de abejas y hormigas; el
surgimiento de la mente, mucho antes de que el hombre fuera soñado, con la
producción de color, belleza, comunicación, cuidado maternal y los comienzos de
la inteligencia y la intuición. Y finalmente, durante los últimos tics del
reloj cósmico, algo completamente nuevo y revolucionario, los seres humanos con
sus capacidades para el pensamiento y el lenguaje conceptuales, para la
conciencia y el propósito autoconscientes, para acumular y poner en común la
experiencia consciente. Porque no olvidemos que la especie humana es tan
radicalmente diferente de cualquiera de los animales microscópicos unicelulares
que vivieron hace mil millones de años como lo eran de un fragmento de piedra o
metal.
La nueva comprensión del universo ha surgido a través del
nuevo conocimiento acumulado en los últimos cien años por psicólogos, biólogos
y otros científicos, arqueólogos, antropólogos e historiadores. Ha definido la
responsabilidad y el destino del hombre: ser un agente para el resto del mundo
en la tarea de realizar sus potencialidades inherentes lo más plenamente
posible.
Es como si el hombre hubiera sido nombrado repentinamente
director gerente del negocio más grande de todos, el negocio de la evolución,
designado sin que se le preguntara si lo quería y sin la debida advertencia y
preparación.Es más, no puede rechazar el trabajo. Tanto si quiere como si no,
si es consciente de lo que está haciendo o no, de hecho está determinando la
dirección futura de la evolución en esta tierra. Ese es su destino ineludible,
y cuanto antes se dé cuenta y empiece a creer en él, mejor para todos los
interesados.
En realidad, el trabajo se reduce a la plena realización de
las posibilidades del hombre, ya sea por parte del individuo, por la comunidad o
por la especie en su aventura procesional por los corredores del tiempo.
Cada hombre de nosotros comienza como una mera partícula de
potencialidad, un óvulo esférico y microscópico. Durante los nueve meses antes
del nacimiento, esto se desarrolla automáticamente en un rango de organización
verdaderamente milagroso: la placenta, además del continuo crecimiento y
desarrollo automático, el individuo comienza a realizar sus posibilidades
mentales construyendo una personalidad, desarrollando talentos especiales,
adquiriendo conocimiento y habilidades de diversos tipos, desempeñando su papel
en el mantenimiento de la sociedad. Este proceso postnatal no es un proceso
automático o predeterminado. Puede proceder de formas muy diferentes según las
circunstancias y según los esfuerzos sembrados del individuo. El grado de
realización de las capacidades puede ser más o menos completo. El resultado
final puede ser satisfactorio o muy al revés: en particular, la personalidad
puede fracasar gravemente en lograr una totalidad real. Una cosa es cierta: la
personalidad bien desarrollada y bien integrada es el producto más elevado de
la evolución, la realización más completa que conocemos en el universo.
Lo primero que tiene que hacer la especie humana para
prepararse para el cargo cósmico al que se encuentra asignada es explorar la
naturaleza humana, para averiguar cuáles son las posibilidades que se le abren
(incluidas, por supuesto, sus limitaciones, ya sean inherentes o impuestas por
los hechos de naturaleza externa). Hemos terminado bastante bien la exploración
geográfica de la tierra; hemos empujado la exploración científica de la
naturaleza, tanto muerta como viva, hasta un punto en el que se han aclarado
sus principales contornos; pero la exploración de la naturaleza humana y sus
posibilidades apenas ha comenzado. Un vasto Nuevo Mundo de posibilidades
inexploradas espera a su Colón.
Los grandes hombres del pasado nos han dado vislumbres de lo
que es posible en el camino de la personalidad, del entendimiento intelectual,
del logro espiritual, de la creación artística. Pero estos son apenas más que
destellos de Pisgah. Necesitamos explorar y mapear todo el reino de las
posibilidades humanas, ya que se ha explorado y mapeado la geografía física
real. ¿Cómo crear nuevas posibilidades para la vida cotidiana? ¿Qué se puede
hacer para sacar a relucir las capacidades latentes del hombre y la mujer
ordinarios para comprender y disfrutar; enseñar a la gente las técnicas para
lograr la experiencia espiritual (después de todo, uno puede adquirir la
técnica del baile o el tenis, entonces, ¿por qué no el éxtasis místico o la paz
espiritual?); desarrollar el talento y la inteligencia nativos en el niño en
crecimiento, en lugar de frustrarlos o distorsionarlos? Ya sabemos que la
pintura y el pensamiento, la música y las matemáticas, la actuación y la
ciencia pueden llegar a significar algo muy real para los niños y niñas
normales y corrientes, siempre que se adopten los métodos adecuados para sacar
a la luz las posibilidades de los niños. Estamos empezando a darnos cuenta de
que incluso las personas más afortunadas viven muy por debajo de su capacidad,
y que la mayoría de los seres humanos no desarrollan más que una pequeña
fracción de su potencial eficiencia mental y espiritual. La raza humana, de
hecho, está rodeada por una gran área de posibilidades no realizadas, un
desafío al espíritu de exploración.
Las exploraciones científicas y técnicas le han dado al
Hombre Común de todo el mundo una noción de posibilidades físicas. Gracias a la
ciencia, los desfavorecidos llegan a creer que nadie necesita estar desnutrido
o enfermo crónicamente, o privado de los beneficios de sus aplicaciones
técnicas y prácticas.
El malestar del mundo se debe en gran parte a esta nueva
creencia: la gente está decidida a no tolerar un nivel subnormal de salud
física y vida material ahora que la ciencia ha revelado la posibilidad de
elevarlo. El malestar producirá algunas consecuencias desagradables antes de
que se disipe; pero es, en esencia, una inquietud benéfica, una fuerza dinámica
que no se detendrá hasta que haya sentado las bases fisiológicas del destino
humano.
Una vez que hayamos explorado las posibilidades abiertas a
la conciencia y la personalidad, y el conocimiento de ellas se haya convertido
en propiedad común, habrá surgido una nueva fuente de malestar. La gente se
dará cuenta y creerá que si se toman las medidas adecuadas, nadie debe perder
la verdadera satisfacción ni ser condenado a un cumplimiento deficiente. Este
proceso también comenzará siendo desagradable y terminará siendo benéfico.
Comenzará por destruir las ideas y las instituciones que se interponen en el
camino de nuestra realización de nuestras posibilidades (o incluso negará que
las posibilidades estén ahí para realizarse), y continuará al menos un comienzo
con la construcción real del verdadero destino humano.
Hasta ahora, la vida humana ha sido generalmente, como la
describió Hobbes, “desagradable, brutal y breve”; la gran mayoría de los seres
humanos (si aún no han muerto jóvenes) han padecido la miseria de una forma u
otra: pobreza, enfermedad, mala salud, exceso de trabajo, crueldad u opresión.
Han intentado aliviar su desdicha con sus esperanzas y sus ideales. El problema
ha sido que las esperanzas en general han sido injustificadas, los ideales
generalmente no se han correspondido con la realidad.
La exploración entusiasta pero científica de las
posibilidades y de las técnicas para realizarlas hará que nuestras esperanzas
sean racionales y colocará nuestros ideales en el marco de la realidad, al
mostrar cuántas de ellas son realmente realizables.
Ya podemos sostener con razón la creencia de que existen
estas tierras de posibilidad, y que las limitaciones actuales y las
frustraciones miserables de nuestra existencia podrían superarse en gran
medida. Ya estamos justificados en la convicción de que la vida humana tal como
la conocemos en la historia es una miserable improvisación, arraigada en la
ignorancia; y que podría ser trascendida por un estado de existencia basado en
la iluminación del conocimiento y la comprensión, así como nuestro control
moderno de la naturaleza física basado en la ciencia trasciende las
vacilaciones tentativas de nuestros antepasados, que tenían sus raíces en la
superstición y el secreto profesional.
Para ello, debemos estudiar las posibilidades de crear un
entorno social más favorable, como ya lo hemos hecho en gran medida con nuestro
entorno físico. Partiremos de nuevas premisas. Por ejemplo, que la belleza
(algo para disfrutar y algo de lo que enorgullecerse) es indispensable y, por
tanto, que los pueblos feos o deprimentes son inmorales; que la calidad de la
gente, no la mera cantidad, es lo que debemos apuntar, y por lo tanto que se
requiere una política concertada para evitar que la actual avalancha de aumento
de la población arruine todas nuestras esperanzas de un mundo mejor; que la
verdadera comprensión y el disfrute son fines en sí mismos, así como
herramientas o relajaciones de un trabajo, y que, por tanto, debemos explorar y
hacer plenamente disponibles las técnicas de educación y auto-educación; que la
máxima satisfacción proviene de la profundidad y plenitud de la vida interior
y, por lo tanto, debemos explorar y hacer plenamente disponibles las técnicas
del desarrollo espiritual; sobre todo, que hay dos partes complementarias de
nuestro deber cósmico: una para con nosotros mismos, para ser cumplida en la
realización y disfrute de nuestras capacidades, la otra para los demás, que se
cumpla en el servicio a la comunidad y en la promoción del bienestar de las generaciones
venideras y el avance de nuestra especie en su conjunto.
La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí
misma, no sólo esporádicamente, un individuo aquí de una manera, un individuo
allí de otra manera, sino en su totalidad, como humanidad. Necesitamos un
nombre para esta nueva creencia. Quizás el transhumanismo sirva: el
hombre sigue siendo hombre, pero trascendiéndose a sí mismo, al darse cuenta de
nuevas posibilidades de y para su naturaleza humana.
“Creo en el transhumanismo”: una vez que haya suficientes
personas que puedan decir eso de verdad, la especie humana estará en el umbral
de un nuevo tipo de existencia, tan diferente de la nuestra como la nuestra de
la del hombre de Pekín. Por fin estará cumpliendo conscientemente su verdadero
destino.